jueves, mayo 17, 2007

Juguetes web


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Leer no es fácil - Editorial #8 -


No escribimos estas líneas con ánimos de denunciar al policía que asesinó hace apenas unas semanas a Carlos Fuentealba en las rutas de Neuquén con una bomba de gas y por la espalda, ni al homicida que dio la orden de reprimir una manifestación de maestros primarios y secundarios que pedían un aumento salarial y que todavía gobierna esa provincia (y hasta tiene planes presidenciales), ni al gobierno nacional que pese a su posición pública mantiene militarizadas las escuelas en Santa Cruz donde los directores de las escuelas tienen que pedir, literalmente, la llave de los colegios a un gendarme para entrar a su lugar de trabajo. Lo que nos preguntamos, en Juguetes, casi de inmediato cuando escuchamos la noticia, es qué sentido tiene nuestro trabajo o, mejor, qué sentido querríamos que tenga lo que hacemos en estas páginas desde hace ocho números.
Hay dos respuestas intuitivas que nos parecieron, mientras pensábamos, demasiado fáciles. La primera era la indiferencia de suponer que a una revista literaria no le concierne el estado actual de los salarios de maestros y profesores. La segunda consistía en denunciar y hablar desde la Santa Indignación sobre los hechos de Neuquén sin preocuparnos de nosotros. Creemos que ni una ni otra nos expresa.
Nuestra pregunta es qué se hace con la literatura, el pensamiento, la cultura en general, mientras se vive en un país que condena al hambre y al silencio a los hombres y mujeres que han decidido dedicar su vida a la educación, qué vamos a decir de la poesía o del cuento que en estos meses nos conmovieron si aquellos que enseñan a chicos y jóvenes son reprimidos por el Estado en pleno día. Porque a pesar de que nos parezca remoto, nosotros también hemos aprendido a leer y a escribir en escuelas públicas, hemos estado sentados frente a una maestra que a duras penas llegaba a fin de mes y que, aun así, nos preparó para que después llegaran Walsh y Borges, Faulkner y Tolstoi.
Nuestro trabajo en Juguetes, y creo que podemos extenderlo a cualquier trabajo que se haga en territorio de la cultura, tiene tentaciones y puede cegarnos. En cualquier momento podemos convertirnos en Odiseo atado al mástil mientras dejamos que los marineros hagan el trabajo pesado para llevarnos a destino.
Ya dijimos cuáles fueron nuestras preguntas, ahora vamos a terminar con la única respuesta a la que pudimos llegar, las palabras no son nuestras, son de Cesare Pavese: Leer es tan fácil dicen aquellos a quienes la larga familiaridad con los libros ha quitado todo respeto por la palabra escrita; pero en cambio, quien trata hombres y cosas más que libros debe salir todas las mañanas de su casa y volver a la noche endurecido, cuando se repliega por casualidad sobre una página, se da cuenta de tener bajo los ojos algo áspero y poco común, evanescente pero fuerte al mismo tiempo, que lo agrede y lo descorazona. Es inútil decir que este último está más cerca de la verdadera lectura que el otro.
Entender la literatura como un acto de comunicación entre dos hombres, entender a esos hombres como personas reales que tienen algo para decir y que pelean con las palabras para lograrlo, saber que han llegado a estar el uno frente al otro sólo a condición de poseer una técnica, que esa técnica no es un don natural, y que sentir el esfuerzo que debemos hacer para comunicarnos es lo único que nos garantiza sentir al hombre que está detrás de las palabras. Ese puñado de certezas nos indican el sentido que querríamos que tengan estas páginas. Nos lleva a entender que el asesinato de un maestro en el sur es una de las maneras de restringir la técnica de la lectura y de la escritura a unos pocos, que los sueldos que no alcanzan, las escuelas que se vienen abajo, que el magro presupuesto para educación también son políticas de rechazo hacia un gran sector social que no podrá afirmar nunca que leer es fácil.
Nos quedamos, entonces, junto a Pavese, quien supo decir que los libros no son los hombres, son medios para llegar a ellos, quien los ama y no ama a los hombres, es un fatuo o un réprobo

#8 contenido


Juguetes Rabiosos #8
... un aporte a la educación sentimental...

Dossier Manuel Vázquez Montalbán
escriben: Paco Taibo II y el Subcomandante insurgente Marcos

Rodolfo Walsh y el policial
Un amenazante mundo exterior

Un relato de Daniel Chavarría
Para avión chiquito, pistola chiquita

Cómo escribir un policial negro
Arriba las manos o disparo x M. Sachez Soler

Ensayos Bonsai x Fabián Casas

Secciones:
Columna Sandokán x Rolo Diez
Postales de Tom Waits en Bs As
Revistas literarias: Historia de Black Mask

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Lo que mas odian es la inteligencia - Editorial #7 -


En el mes de febrero se dio un debate en Página/12 alrededor de la figura de Osvaldo Soriano. El debate tenía menos que ver con las ideas que con la confrontación de dos versiones sobre un hecho histórico. Por un lado Guillermo Saccomanno y Osvaldo Bayer afirmaban que Soriano había sido invitado por Beatriz Sarlo a una charla en la facultad de Filosofía y Letras y qAue había sido humillado por la docente y el alumnado. Por el otro Sarlo negaba haber invitado al escritor a una charla y, por ende, todo el resto sería mentira. Nosotros no tenemos nada que agregar sobre el hecho histórico, no sabemos si existió o no la invitación, ni cómo sucedieron las cosas, pero nos parece que el debate que se abrió podría derivar en una discusión más profunda, una discusión acerca de qué manera se lleva adelante una tarea que hoy parece estar bastardeada, la de intelectual.
Nos parece, en primera instancia, que las palabras más inteligentes sobre el debate vinieron de María Moreno, que dio el mejor marco para pensar lo ocurrido afirmaando que: Me sorprende que tanto Sarlo como Saccomanno y Bayer debatan en torno de una versión meramente ficticia. Porque no importa si Soriano ha sido o no insultado por los schollars, porque la anécdota funciona como un mito, algo que pone en juego otro tipo de verdad que la probada a través de evidencias. Advertir que lo que está en juego no es la veracidad del hecho en el sentido policial sino en un sentido más profundo donde se construye la recepción de la academia de un escritor que no había terminado el secundario pero que era dueño de un éxito arrollador entre el público es darle a los hechos una dimensión más justa. También lo es afirmar que la figura de intelectual remilgado y elitista de la que es dueña Beatriz Sarlo ha juntado rabia hasta tal punto que Saccomanno llega a hablar, con justicia, de humillación y venganza en su primer texto.
Parece que la idea de un escritor capaz de amplificar la voz de gran parte de la sociedad, de poner en palabras las sensaciones y pensamientos de los muchos lectores que tuvo y tiene es violentamente opuesta a la del intelectual que reniega del mundo que vive fuera de los muros del claustro. Es una oposición entre lo que está vivo y lo está muerto, pero también entre quien es capaz de escuchar y narrar lo escuchado a sus pares y entre quien sólo habla para un público selecto, entre quien es capaz de dar espíritu a los demás (en palabras de Fabián Casas) y los avaros del saber. Existe, entonces, en la construcción de la leyenda que hoy se discute, un trasfondo de posibilidades y decisiones que parece estar borrado por los ataques y defensas de los interlocutores.
Nosotros no queremos ser espectadores de esa batalla sino optar por quien lleva adelante la tarea de intelectual haciéndose cargo de que su voz es más escuchada y por lo tanto requiere responsabilidad y honestidad. Hay una anécdota contada en una entrevista por el mismo Soriano que ejemplifica esto: Sencilla, pero gravemente, diría, al final de ese Congreso (La Habana en 1981) había que producir una declaración final de condena a las dictaduras latinoamericanas. Éramos trece argentinos y desgraciadamente sólo recuerdo a David Viñas y a Pablo Piacentini. De todos, uno solo perteneciente al Partido Comunista Argentino. El caso es que cuando nosotros queríamos que se incluyera el Proceso como una dictadura, nos votaban en contra. Recordar esto me resulta vergonzoso. Era la alianza que en aquella época tenía el PC con el gobierno de entonces y que Isidoro Gílbert cuenta en su libro. Nosotros hablábamos de dictadura y ellos corregían: autoridades militares. Fue una batalla feroz. Tanto, que hoy nos reímos de que, con Viñas, nos turnábamos para ir a mear, porque si íbamos juntos, al volver a la sala de sesiones el párrafo de condena a la dictadura argentina había desaparecido. Desgraciadamente no recuerdo a los demás integrantes del grupo, pero estoy seguro que Viñas tiene que acordarse porque fue él, en forma brillante, el que terminó con eso poniendo sobre la mesa la figura del Che para decir que si él hubiese estado ahí habría roto a patadas el congreso.
Siempre dijimos, y todavía sostenemos, que no creemos que haga falta tener compromiso social para escribir buenos libros. Del mismo modo creemos que la voz que uno gana escribiendo o haciendo música o pintando cuadros debe ser utilizada para mejorar el mundo en que vivimos y sino, si con ella nos acomodamos en un lugar de poder, si hacemos de nuestro saber un saber de uso exclusivo, si desperdiciamos nuestras palabras, entonces mejor es callar a decir.
Soriano y Sarlo pudieron no haberse visto nunca, pudo Sarlo no invitarlo, pudo Soriano no ser humillado por los estudiantes, pero entre ellos sigue sin borrarse la diferencia de sus elecciones. Miguel de Unamuno dijo alguna vez que lo que más odian es la inteligencia, la inteligencia, sí, pero no la limpia y desapasionada comprensión del desafectado sino la de los hombres y mujeres que con honestidad asumen el riesgo de su propia lucidez.

#7 contenido


Juguetes Rabiosos #7
(un aporte a la educación sentimental)

* Dossier:
¿Quién no le teme a Juan Carlos Onetti?
Escribe Andrés Rivera
También Tres preguntas sin respuesta a M. E. Giglio - Palabras de Roa Bastos a 10 años de la muerte de Onetti - Bichicome, uno de sus cuentos menos difundidos
* Entrevista a Liliana Heker
* Llegaron los dinosaurios (una lectura de Chuki P.)
* Tanta vida (la poesía entre Pizarnik y Urondo)
* Columna Sandokán (un dialogo entre Onetti y Galeano)
* Zugzwang (Postales del ajedrez)
* Debate con la profesora J. Ludmer
* Ensayo Bonsai by Fabian Casas

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