jueves, mayo 17, 2007

Lo que mas odian es la inteligencia - Editorial #7 -


En el mes de febrero se dio un debate en Página/12 alrededor de la figura de Osvaldo Soriano. El debate tenía menos que ver con las ideas que con la confrontación de dos versiones sobre un hecho histórico. Por un lado Guillermo Saccomanno y Osvaldo Bayer afirmaban que Soriano había sido invitado por Beatriz Sarlo a una charla en la facultad de Filosofía y Letras y qAue había sido humillado por la docente y el alumnado. Por el otro Sarlo negaba haber invitado al escritor a una charla y, por ende, todo el resto sería mentira. Nosotros no tenemos nada que agregar sobre el hecho histórico, no sabemos si existió o no la invitación, ni cómo sucedieron las cosas, pero nos parece que el debate que se abrió podría derivar en una discusión más profunda, una discusión acerca de qué manera se lleva adelante una tarea que hoy parece estar bastardeada, la de intelectual.
Nos parece, en primera instancia, que las palabras más inteligentes sobre el debate vinieron de María Moreno, que dio el mejor marco para pensar lo ocurrido afirmaando que: Me sorprende que tanto Sarlo como Saccomanno y Bayer debatan en torno de una versión meramente ficticia. Porque no importa si Soriano ha sido o no insultado por los schollars, porque la anécdota funciona como un mito, algo que pone en juego otro tipo de verdad que la probada a través de evidencias. Advertir que lo que está en juego no es la veracidad del hecho en el sentido policial sino en un sentido más profundo donde se construye la recepción de la academia de un escritor que no había terminado el secundario pero que era dueño de un éxito arrollador entre el público es darle a los hechos una dimensión más justa. También lo es afirmar que la figura de intelectual remilgado y elitista de la que es dueña Beatriz Sarlo ha juntado rabia hasta tal punto que Saccomanno llega a hablar, con justicia, de humillación y venganza en su primer texto.
Parece que la idea de un escritor capaz de amplificar la voz de gran parte de la sociedad, de poner en palabras las sensaciones y pensamientos de los muchos lectores que tuvo y tiene es violentamente opuesta a la del intelectual que reniega del mundo que vive fuera de los muros del claustro. Es una oposición entre lo que está vivo y lo está muerto, pero también entre quien es capaz de escuchar y narrar lo escuchado a sus pares y entre quien sólo habla para un público selecto, entre quien es capaz de dar espíritu a los demás (en palabras de Fabián Casas) y los avaros del saber. Existe, entonces, en la construcción de la leyenda que hoy se discute, un trasfondo de posibilidades y decisiones que parece estar borrado por los ataques y defensas de los interlocutores.
Nosotros no queremos ser espectadores de esa batalla sino optar por quien lleva adelante la tarea de intelectual haciéndose cargo de que su voz es más escuchada y por lo tanto requiere responsabilidad y honestidad. Hay una anécdota contada en una entrevista por el mismo Soriano que ejemplifica esto: Sencilla, pero gravemente, diría, al final de ese Congreso (La Habana en 1981) había que producir una declaración final de condena a las dictaduras latinoamericanas. Éramos trece argentinos y desgraciadamente sólo recuerdo a David Viñas y a Pablo Piacentini. De todos, uno solo perteneciente al Partido Comunista Argentino. El caso es que cuando nosotros queríamos que se incluyera el Proceso como una dictadura, nos votaban en contra. Recordar esto me resulta vergonzoso. Era la alianza que en aquella época tenía el PC con el gobierno de entonces y que Isidoro Gílbert cuenta en su libro. Nosotros hablábamos de dictadura y ellos corregían: autoridades militares. Fue una batalla feroz. Tanto, que hoy nos reímos de que, con Viñas, nos turnábamos para ir a mear, porque si íbamos juntos, al volver a la sala de sesiones el párrafo de condena a la dictadura argentina había desaparecido. Desgraciadamente no recuerdo a los demás integrantes del grupo, pero estoy seguro que Viñas tiene que acordarse porque fue él, en forma brillante, el que terminó con eso poniendo sobre la mesa la figura del Che para decir que si él hubiese estado ahí habría roto a patadas el congreso.
Siempre dijimos, y todavía sostenemos, que no creemos que haga falta tener compromiso social para escribir buenos libros. Del mismo modo creemos que la voz que uno gana escribiendo o haciendo música o pintando cuadros debe ser utilizada para mejorar el mundo en que vivimos y sino, si con ella nos acomodamos en un lugar de poder, si hacemos de nuestro saber un saber de uso exclusivo, si desperdiciamos nuestras palabras, entonces mejor es callar a decir.
Soriano y Sarlo pudieron no haberse visto nunca, pudo Sarlo no invitarlo, pudo Soriano no ser humillado por los estudiantes, pero entre ellos sigue sin borrarse la diferencia de sus elecciones. Miguel de Unamuno dijo alguna vez que lo que más odian es la inteligencia, la inteligencia, sí, pero no la limpia y desapasionada comprensión del desafectado sino la de los hombres y mujeres que con honestidad asumen el riesgo de su propia lucidez.

2 Comments:

At 11:58 a. m., Blogger Secretario General said...

Sres.
Muy bonita la nota editorial, pero no me queda claro por qué se habla de inteligencia en relación a Sarlo, Soriano, y el resto del cotolengo.
Es lícito sentir verguenza ajena cuando Soriano escribe "porque fue él (Viñas), en forma brillante, el que terminó con eso poniendo sobre la mesa la figura del Che para decir que si él hubiese estado ahí habría roto a patadas el congreso"
Uno no sabe quién es más imbécil, si Viñas hablando de Guevara como una especie de superhéroe progresista, o Soriano, babeando con la sola mención "brillante"(?) del pobre Chef.
Para terminar, me permito felicitarlos por haberse decidido a no perder más tiempo intentando "mejorar el mundo en que vivimos".
Por lo que se deduce de su revista, es evidente que se han acomodado a la sombra de un lugar de poder, ya que no hacen más que citar, comentar y desperdiciar espacio en tipejos que representan todos los espacios de poder establecido, desde la cloaca del mercado a la más estúpida de las cátedras, pasando por la oligofrénica vanguardia.
¡Buen trabajo! Están desperdiciando sus palabras a conciencia.

 
At 2:14 p. m., Anonymous Anónimo said...

Secretario General, tuvimos la oportunidad de entrar a tu blog, no es extraño que no compartas nuestra línea editorial.
Salú, que aproveche y sin ofensas.
Juguetes Rabiosos

 

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